Bella: Me llamaste hermosa anoche. Bestia: ¿Entonces no me crees? Bella: Bueno, no. Muchos espejos me han dicho lo contrario. Bestia: Aquí no encontrarás espejos, porque no puedo soportarlos, ni agua tranquila en los estanques. Y si soy el único que te ve, ¿por qué entonces no eres hermosa?
(Beauty: You called me beautiful last night.Beast: You do not believe me then?Beauty: Well - no. Any number of mirrors have told me otherwise.Beast: You will find no mirrors here, for I cannot bear them: nor any quiet water in ponds. And since I am the only one who sees you, why are you not then beautiful?)
En "La Bella: Un recuento de la historia de la Bella y la Bestia" de Robin McKinley, se desarrolla un diálogo entre La Bella y la Bestia, destacando cuestiones de autopercepción y validación externa. La Bella duda de su propio atractivo, a pesar del cumplido de la Bestia, ya que los estándares sociales reflejados en los espejos le han inculcado inseguridad. Le resulta difícil aceptar la visión que la Bestia tiene de su belleza, lo que indica un conflicto entre su autoimagen y cómo la perciben los demás.
La Bestia, por otro lado, expresa su desdén por los espejos y las superficies reflectantes, sugiriendo que ve la Belleza de una manera única que trasciende los estándares convencionales. Él desafía su escepticismo preguntándose por qué ella no aceptaría ser bella si él, que la ve sin las distorsiones de la sociedad, cree que así es. Esta conversación explora temas más profundos de identidad, aceptación y la naturaleza de la verdadera belleza, enfatizando la necesidad de mirar más allá de los juicios superficiales.