En el viaje de autodescubrimiento, lastimarnos a nosotros mismos a menudo refleja un deseo más profundo de conexión y amor. Esta idea sugiere que cuando infligimos dolor a otros como mecanismo de afrontamiento, puede deberse a nuestras propias luchas emocionales no resueltas. El acto de autolesión, entrelazado con la intención de lastimar a otros, resalta una profunda soledad y la necesidad de validación por parte de quienes nos rodean.
En última instancia, este comportamiento revela un complejo grito de afecto. Sugiere que en lugar de lograr la conexión deseada a través del dolor, podríamos estar alejando a los demás. Comprender esta dinámica enfatiza la importancia de buscar formas más saludables de comunicar nuestras necesidades y encontrar el amor sin recurrir a acciones autodestructivas.