Chrisfield miró directamente a él. Ya no se sentía solo ahora que estaba marchando en rangos nuevamente. Sus pies golpearon el suelo a tiempo con los otros pies. No tendría que pensar si ir a la derecha o a la izquierda. Él haría como lo harían los demás.
(Chrisfield looked straight ahead of him. He did not feel lonely any more now that he was marching in ranks again. His feet beat the ground in time with the other feet. He would not have to think whether to go to the right or to the left. He would do as the others did.)
Chrisfield encontró consuelo en la camaradería de sus compañeros soldados mientras marchaban al unísono. El ritmo repetitivo de sus pasos le dio un sentido de pertenencia, disipando sus sentimientos anteriores de soledad. En este movimiento colectivo, sintió un alivio de la carga de tomar decisiones, abrazando la simplicidad de seguir el ejemplo del grupo.
Esta experiencia permitió a Chrisfield rendirse a la dinámica del grupo, donde los pensamientos y elecciones individuales se vieron eclipsados por el propósito y la disciplina compartida de la vida militar. El acto de marchar juntos representó un retorno a la conexión y la confiabilidad en medio del caos de la guerra.