Esta cita de "The Poisonwood Bible" de Barbara Kingsolver enfatiza que la vida no es una ecuación directa donde las buenas acciones siempre producen buenos resultados y malas acciones conducen a consecuencias negativas. Sugiere que uno no debe acercarse a la vida esperando la equidad o el equilibrio. Las buenas personas pueden encontrar la desgracia, mientras que aquellos considerados indignos pueden experimentar una suerte inesperada.
El autor fomenta una comprensión más matizada de la vida, destacando las complejidades y las imprevisibilidades que enfrentamos. En lugar de buscar certeza matemática, debemos adoptar las incertidumbres de la vida, reconociendo que los resultados a menudo están fuera de nuestro control y no solo un reflejo de nuestras elecciones morales.