Dor vivió en una era en la que la comunicación se basaba en interacciones cara a cara, mucho antes de la existencia del lenguaje escrito. Este tiempo más simple permitió conexiones más directas, pero contrasta bruscamente con el mundo acelerado e impulsado por la tecnología que vino después. En esta era moderna, las personas se distraen constantemente por sus teléfonos y computadoras, corriendo a través de sus tareas mientras buscan información y conexión a través de pantallas.
A pesar de las inmensas capacidades que proporciona la tecnología, las personas permanecen en estado de disturbios. Con frecuencia verifican sus dispositivos por el tiempo, ilustrando una necesidad frenética de administrar sus horarios ocupados, que Dor alguna vez había tratado de medir el uso de herramientas básicas de la naturaleza. Esto refleja un comentario más profundo sobre cómo el progreso y el avance, al tiempo que ofrecen conveniencia, a menudo eliminan la paz y la simplicidad del pasado.