En su libro "Al ver a los invisibles", Randy Alcorn enfatiza la profundidad del amor de Dios por la humanidad, afirmando que si bien tenía el poder de crearnos sin ningún afecto, eligió no hacerlo. Esta decisión ilustra la naturaleza profunda del amor divino, que es fundamental para la experiencia humana y la relación con Dios.
La cita destaca aún más que el sacrificio final de Dios, que va a la cruz, fue motivado por su amor. Este acto significa que el amor verdadero a menudo requiere sacrificio, y subraya la creencia de que el amor de Dios es activo y desinteresado, totalmente comprometido con el bienestar y la redención de la humanidad.
.