Siempre pienso en los libros como si fueran personas. Incluso los aburridos merecen un respeto decente, pero no es necesario buscarlos y pasar tiempo con ellos.
(I always think of books as being like people. Even the dull ones are worthy of decent respect, but you don't have to seek them out and spend time with them.)
Orson Scott Card, en su obra "Treasure Box", compara los libros con los seres humanos, sugiriendo que cada uno tiene su propio valor único. Destaca que incluso los libros menos atractivos merecen un cierto nivel de respeto, ya que contribuyen al panorama literario más amplio. Sin embargo, también señala que no es necesario buscar activamente ni invertir tiempo en cada libro, especialmente aquellos que no resuenan con los intereses de uno.
Esta perspectiva anima a los lectores a apreciar la variedad de la literatura y al mismo tiempo ser selectivos en sus elecciones de lectura. Así como podríamos evitar pasar tiempo con personas que no nos cautivan, Card implica que los lectores pueden optar por interactuar con libros que exciten su imaginación, permitiéndoles profundizar sus conexiones con la literatura que consideran estimulante y valiosa.