En "The Glass Castle", Jeannette Walls comparte un momento conmovedor entre ella y su madre con respecto a la compasión y la comprensión. Jeannette expresa sus sentimientos de odio hacia una mujer llamada Erma, a la que su madre aconseja no albergar emociones negativas tan fuertes, enfatizando la importancia de encontrar cualidades redentoras en todos, independientemente de sus acciones. Esta conversación refleja la creencia de su madre en el amor incondicional y la empatía, instando a su hija a mirar más allá del odio.
Jeannette desafía la perspectiva de su madre al cuestionar si puede haber alguna calidad redentora en figuras como Hitler, conocidas por sus atrocidades. En una respuesta sorprendente, su madre señala que Hitler tenía cariño por los perros, lo que demuestra que incluso los personajes más despreciables pueden tener aspectos que no son del todo negativos. Este intercambio destaca el tema complejo de la compasión entrelazada a lo largo de la narrativa, mostrando la lucha entre comprender la naturaleza humana y reconocer el dolor causado por los individuos.