Te dejaré imaginar un mundo sin hombres, pero hay un beneficio inmediato de su extinción. La maldición de Adam se levanta permanentemente. La selección sexual desaparece, por las razones más simples: ya no hay dos sexos. El esperma ya no lucha contra los espermatozoides para el acceso a los huevos. No hay espermatozoides para la batalla, ni cromosomas Y para esclavizar a lo femenino. La espiral destructiva de la codicia y la ambición alimentada por la selección sexual disminuye y, como resultado directo, la enfermedad de nuestro planeta se alza. El mundo ya no reverbera al sonido de las astas de los hombres y las sombrías repercusiones de la guerra privada y pública.
(I will leave you to imagine a world without men, but there is one immediate benefit from their extinction. Adam's curse is permanently lifted. Sexual selection disappears, for the simplest of reasons - there are no longer two sexes. Sperm no longer fights sperm for access to eggs. There are no sperm to do battle, no Y-chromosomes to enslave the feminine. The destructive spiral of greed and ambition fuelled by sexual selection diminishes and, as a direct result, the sickness of our planet eases. The world no longer reverberates to the sound of men's clashing antlers and the grim repercussions of private and public warfare.)
En un escenario hipotético donde los hombres ya no existen, uno de los resultados primarios es la eliminación de la selección sexual. Sin dos sexos, la competencia inherente a los procesos de apareamiento, particularmente que entre los espermatozoides, cesa. Esta simplificación de la reproducción conduce a un cambio significativo en la dinámica social, ya que la ausencia de características masculinas que a menudo impulsan la ambición y la codicia puede aliviar las presiones sociales que contribuyen a los conflictos globales.
. La eliminación de la influencia de los hombres permite un mundo más pacífico, despojado de los conflictos y luchas históricas que a menudo han surgido de su dominio. Como resultado, los problemas colectivos que cargan del planeta pueden comenzar a sanar, creando un entorno donde la cooperación y la crianza podrían prosperar en ausencia de una competencia agresiva. La exploración de Bryan Sykes de estos temas enfatiza la interacción entre la genética y las construcciones sociales y desafía a los lectores a reflexionar sobre las consecuencias de la selección sexual.