¿No es sorprendente hablar del infierno? Si estuvieras dando instrucciones a algunos amigos a Denver y sabías que una carretera conducía allí, pero un segundo camino terminó en un acantilado afilado alrededor de una esquina ciega, ¿hablarías solo sobre el camino seguro? No. Les contarías sobre ambos, especialmente si supieras que el camino a la destrucción era más amplio y más viajado. De hecho, sería terriblemente no amoroso no advertirles sobre ese otro camino.
(Is It Unloving to Speak of Hell? If you were giving some friends directions to Denver and you knew that one road led there but a second road ended at a sharp cliff around a blind corner, would you talk only about the safe road? No. You would tell them about both, especially if you knew that the road to destruction was wider and more traveled. In fact, it would be terribly unloving not to warn them about that other road.)
En el libro de Randy Alcorn "Heaven", el concepto de discutir el infierno se enmarca como un acto de amor y honestidad. Él compara la situación de guiar a los amigos a Denver, donde una ruta está segura y otra conduce a un acantilado peligroso. Si uno sabe que el camino peligroso es más popular, no mencionar que se consideraría desagradable. La implicación es que compartir la verdad sobre el infierno tiene un mayor propósito en proteger a los demás de la destrucción espiritual, alineando la preocupación por su bienestar con la revelación de verdades incómodas.
Esta analogía enfatiza la responsabilidad de informar a otros sobre las consecuencias de sus elecciones. Al resaltar ambos caminos, uno demuestra el amor al proporcionar información esencial necesaria para tomar decisiones sabias. Por lo tanto, discutir la existencia del infierno no se trata simplemente de juicio, sino más bien una expresión de compasión y cuidado de aquellos que sin saberlo pueden dirigirse hacia el peligro.