Una vez me sugirió que, como antídoto para llorar, puse mi cabeza en una bolsa de papel. Como sucede, hay una razón fisiológica sólida, algo que ver con el oxígeno, para hacer exactamente eso, pero el efecto psicológico por sí solo es incalculable: es difícil en extremo continuar figurando a Cathy en las alturas llorosas con la cabeza en una bolsa de comida.
(It was once suggested to me that, as an antidote to crying, I put my head in a paper bag. As it happens, there is a sound physiological reason, something to do with oxygen, for doing exactly that, but the psychological effect alone is incalculable: it is difficult in the extreme to continue fancying oneself Cathy in Wuthering Heights with one's head in a Food Fair bag.)
En uno de sus ensayos, Joan Didion reflexiona sobre un consejo que le da para combatir sentimientos de tristeza colocando su cabeza en una bolsa de papel. Si bien existe una lógica fisiológica vinculada al suministro de oxígeno, Didion enfatiza el profundo impacto psicológico que este acto puede tener. El absurdo de imaginarse a sí mismo como una figura literaria trágica, como Cathy de las alturas llorosas, mientras que en una posición tan ridícula resalta la disonancia entre las altos emociones y la realidad mundana.
Esta visión captura la capacidad de Didion para combinar el humor con la introspección. Sirve como un recordatorio de que a veces, los métodos no convencionales pueden proporcionar un respiro de emociones abrumadoras. El escenario de poner la cabeza en una bolsa, aunque aparentemente trivial, puede interrumpir los pensamientos negativos y ofrecer una nueva perspectiva, ilustrando la importancia de encontrar la ligereza en medio de la agitación emocional.