¿Por qué lo escribí? Para recordar, por supuesto, pero ¿qué era exactamente lo que quería recordar? ¿Cuánto de eso sucedió realmente? ¿Algún de eso? ¿Por qué guardo un cuaderno? Es fácil engañarse en todos esos puntajes. El impulso de escribir cosas es peculiarmente compulsivo, inexplicable para aquellos que no lo comparten, útil solo accidentalmente, solo en segundo lugar, de la manera en que cualquier compulsión intenta justificarse.
(Why did I write it down? In order to remember, of course, but exactly what was it I wanted to remember? How much of it actually happened? Did any of it? Why do I keep a notebook at all? It is easy to deceive oneself on all those scores. The impulse to write things down is a peculiarly compulsive one, inexplicable to those who do not share it, useful only accidentally, only secondarily, in the way that any compulsion tries to justify itself.)
En su escrito, Joan Didion explora las complejidades de mantener un cuaderno, cuestionando los motivos detrás de su necesidad de documentar las experiencias. Ella reflexiona sobre las razones para grabar pensamientos y eventos, examinando la línea borrosa entre la memoria y la realidad. Didion reflexiona sobre la autenticidad de sus recuerdos y el potencial del autoengaño en el proceso de recordar.
Didion sugiere que el acto de escritura es impulsado por una profunda compulsión que puede ser difícil de entender para otros. Si bien reconoce los beneficios involuntarios de mantener un cuaderno, destaca que este impulso a menudo carece de una justificación clara. Lleva a los lectores a considerar la naturaleza de la memoria y las formas en que tratamos de dar sentido a nuestras experiencias a través de la documentación.