En "The Glass Castle", Jeannette Walls comparte una lección fundamental de su madre: la importancia de la autoaceptación y no estar demasiado preocupado por las opiniones de los demás. Esta creencia refleja la idea de que la vida es fugaz, y perder tiempo en juicios externos solo resta valor a la felicidad personal y la autenticidad.
El mensaje alienta a las personas a abrazar sus verdaderos seres y encontrar confianza en su identidad sin buscar la validación de los demás. En última instancia, destaca el valor de aceptarse y la libertad que proviene de ignorar las expectativas sociales.