En "The Glass Castle" de Jeannette Walls, la autora reflexiona sobre sus experiencias que crecen en la ciudad de Nueva York. Ella señala que las personas en la ciudad a menudo parecen inaccesibles o hostiles, pero ella interpreta este comportamiento como una forma de pretensión. Esta observación destaca las complejas interacciones sociales que caracterizan la vida urbana, donde los individuos pueden estar más centrados en sus propias vidas que en comprometerse con extraños.
Esta visión del comportamiento de los neoyorquinos sugiere un comentario más profundo sobre la conexión humana en entornos bulliciosos. Si bien las apariencias externas pueden indicar desprendimiento, Walls implica que esta podría ser una fachada protectora en una ciudad conocida por su ritmo rápido y competitividad. En última instancia, su perspectiva arroja luz sobre cómo los habitantes de la ciudad navegan las relaciones en un mundo que a menudo puede sentirse aislante a pesar de estar rodeado por muchas personas.