En "The Bone Clocks" de David Mitchell, el poder se presenta como una entidad transitoria que los individuos pueden poseer momentáneamente pero nunca poseer realmente. Pasa de una persona a otra a través de diversos medios, como conflictos, relaciones y suerte. La búsqueda del poder es un deseo común que provoca una amplia gama de reacciones: algunas personas están obsesionadas con él, mientras que los sabios reflexionan sobre sus implicaciones duraderas, ya que el poder puede tener importantes consecuencias morales y emocionales.
Mitchell compara el poder con una adicción peligrosa, sugiriendo que puede inflar el ego y al mismo tiempo corroer el alma. Su naturaleza impredecible subraya el caos que trae a la historia, ya que quienes lo empuñan pueden lograr hazañas notables o infligir daños significativos. En última instancia, el poder se describe como una fuerza que trasciende la moralidad: puede crear tanto belleza como destrucción, dejando tras de sí un legado complicado influenciado por las motivaciones de quienes lo obtienen.