En "The Glass Castle", Jeannette Walls describe vívidamente la conexión apasionada de un personaje con su entorno, destacando su afecto por el clima duro y seco. El intenso calor y la dramática puesta de sol evocan una sensación de belleza y emoción profunda, capturando cómo el paisaje da forma a su experiencia y sentimientos.
La admiración del personaje se extiende a la tierra abierta, un recordatorio de su historia como un vasto fondo del océano. Esta imagen enfatiza la transformación de la tierra y refleja su aprecio interno por la naturaleza cruda y no perturbada que la rodea, lo que indica un vínculo profundamente arraigado entre el personaje y su duro entorno.
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