Alguien había encendido una lámpara de queroseno. A la luz inconstante de su llama parpadeante, lo miraban desde sus rostros demacrados con ojos demasiado grandes, sus cuerpos pálidos bajo ropas andrajosas. Una vez más el corazón de Bourne se desgarró. Quería salvarlos a todos, pero para salvar a dos necesitaba dejar a los demás atrás. Nunca lograría salir con todos ellos a cuestas.
(Someone had lit a kerosene lamp. By the inconstant light of its flickering flame, they stared at him out of emaciated faces with overlarge eyes, their bodies pale beneath tattered clothes. Once again Bourne's heart was rent. He wanted to save them all, but to save two he needed to leave the others behind. He'd never make it out with all of them in tow.)
En una habitación poco iluminada por una lámpara de queroseno parpadeante, se reunió un grupo de individuos frágiles con rasgos demacrados, sus grandes ojos reflejaban desesperación. Su ropa andrajosa y su piel pálida hablaban mucho de su sufrimiento. El peso de su difícil situación afectó profundamente a Bourne, despertando en él un intenso deseo de rescatarlos de sus terribles circunstancias. Sin embargo, se enfrentó a una dura realidad: su capacidad para salvarlos estaba limitada por las limitaciones prácticas de la situación.
Bourne entendió que, si bien anhelaba ayudar a todos, su atención inmediata debía centrarse en salvar sólo dos de estas almas vulnerables. La idea de dejar a otros atrás era angustiosa, pero reconoció la cruda verdad: intentar salvarlos a todos comprometería sus posibilidades de escapar. Le dolía el corazón por la carga de elegir, dividido entre la compasión y la dura necesidad de sobrevivir en un mundo lleno de peligros.
