Esa noche, Christine Hartmann se fue a la cama con un libro que había tomado entre los muchos que yacían esparcidos por la mansión. Desde una edad temprana había desarrollado el arte de estar sola y, en general, prefería su propia compañía a la de cualquier otra persona. Leyó libros a una enorme velocidad y los juzgó por completo por su capacidad para sacarla de su entorno material. En casi todos los días más infeliz de su vida, había podido escapar de su propio mundo interior viviendo temporalmente en los de otra persona, y en las dos o tres ocasiones que había estado demasiado molesta para concentrarse, había estado desolada.
(That night Christine Hartmann went to bed with a book she had taken from among the many that lay strewn around the Manor. From an early age she had developed the art of being alone and generally preferred her own company to anyone else's. She read books at enormous speed and judged them entirely on their ability to remove her from her material surroundings. In almost all the unhappiest days of her life she had been able to escape from her own inner world by living temporarily in someone else's, and on the two or three occasions that she had been too upset to concentrate she had been desolate.)
Esa noche, Christine Hartmann se instaló en la cama con un libro que había elegido de los muchos dispersos por toda la mansión. Desde la infancia, había perfeccionado la habilidad de la soledad, a menudo prefería su propia compañía sobre la de los demás. Una ávida lectora, devoró los libros rápidamente, evaluándolos en función de su poder para transportarla lejos de su entorno físico.
Durante sus días más difíciles, la literatura proporcionó un escape crucial de su agitación interna, lo que le permite habitar temporalmente los mundos elaborados por otros autores. Sin embargo, durante los momentos de profunda angustia cuando le resultó difícil concentrarse, sintió una profunda sensación de soledad y tristeza.