Los mandalas sirven como herramientas para la meditación, diseñadas para promover la contemplación y la tranquilidad. Sus proporciones cuidadosamente equilibradas fomentan un estado mental pacífico, permitiendo a las personas concentrarse y reflexionarse profundamente. El acto de mirar un mandala puede llevar a uno a experimentar un momento de nada, que a menudo se asocia con la esencia de la iluminación.
Al crear un punto focal visual, los mandalas facilitan un viaje hacia adentro, guiando a los meditadores hacia un estado de claridad tranquila. Este breve encuentro con el vacío se ve como un vistazo a la comprensión profunda que viene con el despertar espiritual.