El viejo en "Have A Little Faith" de Mitch Albom se involucra en una conversación conmovedora sobre la vida y la mortalidad. Él pregunta sobre lo que podría suceder después de que se haya ido, lo que provoca reflexión sobre temas existenciales más profundos. A pesar de su apariencia anciana, caracterizada por su barba gris y su postura encorvada, enfrenta la cuestión de la muerte con una sonrisa, destacando un sentido del humor y la aceptación de las incertidumbres de la vida.
Este intercambio revela no solo los pensamientos del viejo sobre su propia mortalidad, sino también su deseo de explorar las creencias y las esperanzas de los demás. Su curiosidad y candididades sirven como catalizador para contemplar lo que realmente importa en la vida, enfatizando la importancia de la fe y la conexión incluso ante la pérdida inevitable.