El principio es atemporal: si Cristo no es el Señor sobre nuestro dinero y posesiones, él no es nuestro Señor.
(The principle is timeless: If Christ is not Lord over our money and possessions, he is not our Lord.)
En "Gestionar el dinero de Dios: una guía bíblica", Randy Alcorn enfatiza la importancia de permitir que Cristo sea central en todas las áreas de la vida, particularmente en nuestras finanzas. Él afirma que si no reconocemos la autoridad de Cristo sobre nuestra riqueza y posesiones, no estamos reconociendo su señoría en nuestras vidas. Este principio sugiere que nuestra relación con el dinero está entrelazada con nuestra fe y obediencia a Dios.
La cita destaca una perspectiva transformadora sobre la administración financiera, instando a los creyentes a ver sus recursos según lo confiado por Dios. Al entregar nuestras decisiones financieras a Cristo, alineamos nuestras prioridades con su voluntad, asegurando que nuestras elecciones monetarias reflejen sus enseñanzas y valores. Este principio sirve como un recordatorio de que el verdadero discipulado implica una sumisión completa a Cristo, incluidos nuestros asuntos financieros.