Este es uno de los sellos distintivos de la hospitalidad de Las Vegas. La única regla de roca madre es no quemar a los lugareños. Más allá de eso, a nadie le importa. Prefieren no saberlo. Si Charlie Manson se registró en el Sahara mañana por la mañana, nadie lo molestaba mientras se inclinara en grande.
(This is one of the hallmarks of Vegas hospitality. The only bedrock rule is Don't Burn the Locals. Beyond that, nobody cares. They would rather not know. If Charlie Manson checked into the Sahara tomorrow morning, nobody would hassle him as long as he tipped big.)
En "Fear and Loathing in Las Vegas", Hunter S. Thompson captura la esencia de la hospitalidad de Las Vegas, enfatizando que la única regla no escrita es respetar a los lugareños. Este principio destaca cómo opera la ciudad sobre una base de indulgencia y anonimato, priorizando la experiencia de los visitantes sobre el escrutinio moral. Mientras los invitados sean generosos con sus consejos, pueden evadir el juicio social, ilustrando una faceta única de la cultura de la ciudad.
La conmovedora observación de Thompson refleja la idea de que en Las Vegas, la naturaleza de la hospitalidad a menudo anula consideraciones éticas. La ciudad prospera en un entorno vibrante y caótico donde todo el comportamiento, sin importar cuán cuestionable, sea tolerado si se acompaña de la generosidad financiera. Esta actitud no solo crea un ambiente acogedor para los turistas, sino que también revela las complejidades subyacentes de un lugar que a menudo prioriza las ganancias y el entretenimiento sobre la moral convencional.