Tita está íntimamente ligada a sus emociones y destino, simbolizada por sus lágrimas que caen sobre la mesa. Esta conexión destaca cómo sus sentimientos dan forma a su destino, ilustrando las poderosas fuerzas más allá de su control que dictan su camino. Las imágenes expresan la inevitabilidad de su tristeza, lo que sugiere que la trayectoria de su vida está marcada por el amor y el dolor, entrelazados con la tradición y la obligación familiar.
En el momento en que Tita reconoce que su destino refleja el profundo vínculo que comparte con la mesa, que se convierte en testigo de sus experiencias. Esta relación significa no solo sus luchas sino también el peso de las expectativas que le imponen, lo que indica que tanto Tita como su entorno están atrapados por las circunstancias. El pasaje enfatiza temas de destino y agitación emocional, que son fundamentales para el viaje de Tita a lo largo de "Like Water for Chocolate".
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