En la novela de Philip K. Dick "Fluye mis lágrimas, el policía dijo:" El tema de la existencia está intrincadamente conectado con la idea de ser perseguido. La cita "para vivir es perseguir" sugiere que vivir inherentemente implica lidiar con recuerdos, arrepentimientos y los espectros de nuestras elecciones pasadas. Dick explora cómo estos elementos inquietantes dan forma a la identidad personal e influyen en nuestras acciones en un mundo extraño y distópico.
Esta noción resuena a lo largo de la narrativa, a medida que los personajes se enfrentan a sus realidades fragmentadas y los ecos de sus antiguos seres. La inquietante presencia de relaciones perdidas y deseos incumplidos sirve como un recordatorio de que nuestras vidas a menudo se definen por lo que hemos experimentado y lo que continúa permaneciendo en nuestras mentes, marcando un comentario profundo sobre la condición humana.
.