Trate de imaginar una vida sin cronometraje. Probablemente no puedas. Sabes el mes, el año, el día de la semana. Hay un reloj en su pared o en el tablero de su automóvil. Tienes un horario, un calendario, un momento para la cena o una película. Sin embargo, a su alrededor, se ignora el cronometraje. Los pájaros no llegan tarde. Un perro no verifica su reloj. Los ciervos no se preocupan por los cumpleaños. Un solo mide el tiempo. El hombre solo come la hora. Y, debido a esto, el hombre solo sufre un miedo paralizante que ninguna otra criatura perdura. Un miedo al tiempo agotado. - Mitch Albom, The Time Keeper
(Try to imagine a life without timekeeping. You probably can't. You know the month, the year, the day of the week. There is a clock on your wall or the dashboard of your car. You have a schedule, a calendar, a time for dinner or a movie. Yet all around you, timekeeping is ignored. Birds are not late. A dog does not check its watch. Deer do not fret over passing birthdays. an alone measures time. Man alone chimes the hour. And, because of this, man alone suffers a paralyzing fear that no other creature endures. A fear of time running out. ― Mitch Albom, The Time Keeper)
Mitch Albom reflexiona sobre el concepto de cronometraje y su abrumadora presencia en la vida humana. A diferencia de los animales, que viven instintivamente y sin preocupación por el tiempo, los humanos están obligados por horarios y calendarios. Verificamos constantemente relojes y planificamos nuestros días, estableciendo una estructura alrededor del flujo del tiempo, lo que influye significativamente en nuestras vidas y prioridades.
Esta fijación a tiempo crea una ansiedad única que experimentan los humanos: el miedo al tiempo que se agota. Mientras que otras criaturas experimentan la vida sin el peso de la conciencia del tiempo, los humanos solo luchan con las limitaciones y presiones impuestas por el tiempo. Esta preocupación existencial nos distingue, destacando un aspecto fundamental de la condición humana, ya que constantemente estamos en busca de momentos, a menudo sintiendo la urgencia de la naturaleza fugaz de la vida.