En "The Time Keeper", Dor experimenta una condición única en la que se le otorga la capacidad de permanecer sin edad, desafiando la progresión natural del tiempo. Sin embargo, esta extraordinaria situación viene con un gran número emocional. A pesar de su inmunidad al envejecimiento, Dor se encuentra profundamente preocupado y aislado, ya que está privado de conexiones personales e interacción humana. Mientras que su ser físico no se deteriora, su espíritu sufre tremendamente.
La historia destaca la profunda diferencia entre la mera existencia y la verdadera vida. La falta de envejecimiento de Dor no equivale a una vida plena; En cambio, conduce a una existencia solitaria que sofoca su alma. Sus circunstancias sirven como un recordatorio conmovedor de la importancia de las relaciones y la riqueza que el contacto humano da vida, mostrando cuán vital es vivir de manera significativa en lugar de simplemente existir sin propósito.