En "The Time Keeper" de Mitch Albom, el autor reflexiona sobre la singularidad de las voces humanas, comparándolas con las huellas digitales. Esta analogía destaca cómo la voz de cada individuo conlleva características distintas que definen su identidad. A medida que las personas envejecen, sus voces pueden desarrollar tonos más profundos, pero siguen siendo intrínsecamente únicos, resonando con experiencias y emociones personales.
Por lo tanto, para alguien que escucha eternamente, cada voz representa un viaje singular, haciéndose eco de la esencia de quién es una persona. La cita enfatiza la importancia de estas firmas auditivas para conectar a las personas a través del tiempo y la memoria.