En "Los mil otoños de Jacob de Zoet", David Mitchell explora el poder transformador del arte y la creatividad a través de la metáfora de un pincel de tinta como "llave maestra". Estas imágenes sugieren que escribir y dibujar pueden desbloquear los pensamientos y emociones más profundos de las personas, de forma muy parecida a como una llave libera a un prisionero. El acto de crear con un pincel permite a los personajes expresarse y liberarse de sus confines internos.
Este concepto resuena a lo largo de la narrativa, destacando cómo la expresión creativa puede conducir a la liberación y la comprensión personal. Al emplear esta metáfora, Mitchell enfatiza la importancia de la narración y el arte como medio para comprenderse a uno mismo y al mundo, sugiriendo que a través de la creatividad, los individuos pueden escapar de sus prisiones metafóricas y descubrir su verdadero yo.