... ¿Hizo una diferencia si el comentario nunca volvió a la persona sobre quién fue hecho? Ella no pensó. El daño se hace cuando se pronuncian las palabras: ese es el acto de menosprecio, el acto de disminuir el otro, y es ese acto que causaría dolor a la víctima. ¿Dijiste eso de mí? El error estaba ubicado en la realización del cruel comentario, en lugar de en el dolor que más tarde podría causar.
(…did it make a difference if the remark never got back to the person about whom it was made? She thought not. The harm is done when the words are uttered: that is the act of belittlement, the act of diminishing the other, and it is that act which would cause pain to the victim. You said that about me? The wrong was located in the making of the cruel remark, rather than in the pain it might later cause.)
En la exploración de las relaciones interpersonales, el autor reflexiona sobre la naturaleza de los comentarios de menosprecio y su impacto. Se sugiere que el verdadero daño ocurre en el momento en que se hablan las palabras, en lugar de en sus posibles consecuencias o la posibilidad de que se compartan con el sujeto. Esta perspectiva enfatiza que el acto inicial de hacer un comentario cruel es la raíz del sufrimiento infligida, independiente de si el objetivo es consciente de ello.
La esencia del argumento radica en reconocer que el daño emocional proviene del acto de disminuir a otra persona a través de las palabras. Este reconocimiento cambia el enfoque de las consecuencias de un comentario a la responsabilidad del orador al pronunciarlo. Al hacerlo, resalta la importancia de tener en cuenta nuestras palabras, ya que pueden tener un peso significativo y conducir a un dolor innecesario para los demás, independientemente de su conciencia del comentario.