El autor reflexiona sobre el profundo dolor del divorcio, destacando que, a pesar de su gravedad emocional, no conduce a la desaparición física de uno. Los intensos sentimientos de traición, cuando una pareja que prometió un compromiso de por vida revela que nunca te amaron, deberían ser abrumadores. Sin embargo, la vida continúa, obligando a uno a lidiar con sentimientos de confusión e incredulidad con respecto a la relación que acaba de terminar.
La narración transmite una sensación de negación y miedo, lo que sugiere que la verdad sobre la relación quizás siempre fue evidente, pero se evitó por miedo. Este tipo de miedo, implica el autor, puede nublar el juicio y conducir a un cálculo doloroso con la realidad que es difícil de enfrentar, pero debe enfrentarse para avanzar.