El narrador reflexiona sobre el contraste entre su educación en el hogar y el de los compañeros en Toyah, señalando que a pesar de una educación superior en el hogar, la educación formal sigue siendo crucial. A la edad de trece años, existe la expectativa de asistir a la escuela de acabado, que no solo ayudará a desarrollar habilidades sociales esenciales, sino que también proporcionará un diploma oficial.
Este requisito destaca la creencia de que las credenciales académicas son necesarias para tener éxito en la sociedad, ya que el padre del narrador enfatiza la importancia de tener pruebas tangibles de la educación de uno. Ilustra la idea de que, además del conocimiento, la validación social a través de calificaciones formales juega un papel importante en las oportunidades futuras de uno.