Cada libro es una creación alquímica, y estoy pensando en 1857 cuando Herman Melville llegó a Grecia y vi al Partenón por primera vez sentado allí como una gran ballena en la plaza, sus grandes huesos blancos expuestos a los vientos. Pero, ¿cómo puede suceder esto? ¿Cómo puede una ballena convertirse en un edificio? ¿O en un libro? ¿De qué manera pueden las palabras estar vivas?
(Every book is an alchemical creation, and I'm thinking back to 1857 when Herman Melville arrived in Greece and saw the Parthenon for the first time sitting there like a great beached whale, its big white bones exposed to the winds. But how can this happen? How can a whale turn into a building? Or into a book? In what way can words be alive?)
En su trabajo reflexivo "Historias de la Biblia nerviosa: una retrospectiva, 1972-1992", Laurie Anderson evoca el poder transformador de la creatividad a través de una metáfora intrigante. Ella cuenta el primer encuentro de Herman Melville con el Partenón, comparando su majestuosa apariencia con la de una ballena varada, lo que sugiere una sensación de asombro y metamorfosis. Esta comparación conduce a preguntas filosóficas más profundas sobre la naturaleza del arte y la creación, explorando cómo las formas pueden cambiar y evolucionar.
La contemplación de Anderson plantea profundas investigaciones sobre la esencia de la existencia, preguntando cómo una entidad orgánica como una ballena puede convertirse en una maravilla arquitectónica o una narrativa. Esta imagen desafía a los lectores a considerar la vitalidad de las palabras e historias, lo que sugiere que ellas también poseen una calidad de vida que puede generar nuevos significados y experiencias. En general, el pasaje se refleja en el proceso alquímico de arte, donde diversos elementos se combinan para crear algo completamente nuevo e impactante.
