Adams encontró profundamente preocupante observar las evidentes deficiencias en el gobierno inicial establecido por la gente, libre de la influencia de monarcas o figuras religiosas. A pesar de la existencia de una causa noble que inspiró a muchos, la implementación real y la realización de ese ideal se quedaron cortos entre los ciudadanos de los Estados Unidos.
Esta disparidad entre los altos ideales y la gobernanza práctica dejó a Adams desanimado. La promesa de autogobierno e independencia no fue completamente manifestante en las experiencias de la población estadounidense, lo que indica una desconexión significativa entre las aspiraciones revolucionarias y la realidad de la vida política.
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