El cielo, entonces, no es nuestro destino predeterminado. Nadie va allí automáticamente. A menos que se aborde nuestro problema de pecado, el único lugar al que podemos ir es el infierno, nuestro verdadero destino predeterminado cuando morimos.
(Heaven, then, is not our default destination. No one goes there automatically. Unless our sin problem is dealt with, the only place we can go is Hell, our true default destination when we die.)
En el libro de Randy Alcorn "Heaven: Bíblico respuestas a preguntas comunes", enfatiza que el cielo no es un destino automático para todos después de la muerte. En cambio, argumenta que es crucial que las personas aborden su problema de pecado para lograr el acceso al cielo. Esta perspectiva desafía la creencia de que todos irán naturalmente al Cielo tras la muerte.
Alcorn señala que, sin resolver el problema del pecado, el resultado inevitable es el infierno, que describe como el destino predeterminado para aquellos que no han tratado con su estado espiritual. Este marcado contraste destaca la importancia de comprender la relación de uno con el pecado y la necesidad de buscar la redención para alcanzar la vida eterna en el cielo.