Recuerdo haber deseado poder pagar la casa, que costó $ 1,000 al mes. Algún día lo harás, dijo perezosamente. Algún día todo viene. Allí, en el sol en su terraza, parecía fácil creer en algún día, pero luego tuve una resaca de la tarde de bajo grado y atropellé una serpiente negra en el camino al supermercado y me inundó un temor inexplicable cuando escuché al empleado de pago explicando al hombre por qué finalmente estaba divorciando a su esposo.
(I remember wishing that I could afford the house, which cost $ 1,000 a month. Someday you will, she said lazily. Someday it all comes. There in the sun on her terrace it seemed easy to believe in someday, but later I had a low-grade afternoon hangover and ran over a black snake on the way to the supermarket and was flooded with inexplicable fear when I heard the checkout clerk explaining to the man ahead of me why she was finally divorcing her husband.)
En el ensayo, el autor reflexiona sobre un momento de anhelo de una vida mejor, encapsulado en el deseo de pagar una casa de $ 1,000 al mes. La tranquila conversación con un amigo evoca una sensación de esperanza para el futuro: la idea de que algún día todo, todo encajará. Este optimismo es momentáneamente tranquilizador, contrastando bruscamente con la dura realidad que enfrenta más tarde en el día.
Mientras navega por su rutina normal, las experiencias de la autora dan un giro más oscuro. Una resaca y la vista de una serpiente negra evocan una sensación de inquietud, intensificada aún más al escuchar una conversación preocupante sobre el divorcio. Estos momentos contrastantes destacan la tensión entre los sueños de una vida ideal y la realidad impredecible, a menudo difícil, que los acompaña.
