El autor reflexiona sobre una experiencia educativa pasada donde los maestros creían en la capacidad de los estudiantes para absorber el conocimiento complejo. Este entorno fomentó la confianza en los estudiantes y alentó el aprendizaje, ya que los maestros impartieron una gran cantidad de información sin reservas.
Sin embargo, se produjo un cambio en la filosofía educativa; Los maestros comenzaron a retener contenido desafiante, creyendo que era injusto para aquellos que lucharon. Esto llevó a una generación de educadores que, sin la profundidad de conocimiento para compartir, perpetuaron aún más un ciclo de oportunidades de aprendizaje limitadas para todos los estudiantes.