En "Martes con Morrie", Mitch Albom reflexiona sobre la extraordinaria aceptación de su mentor, Morrie Schwartz, a pesar de los efectos debilitantes de la ELA. Morrie, una vez vibrante y llena de vida, queda indefenso, incapaz de realizar tareas simples como bañarse o caminar. Sin embargo, lo que sorprende a Mitch es la falta de autocompasión de Morrie. En lugar de revolcarse en su condición, Morrie abraza su destino con una notable calma que deja una profunda impresión en Mitch.
Esta aceptación serena frente a la adversidad crea una atmósfera casi mágica cuando Mitch lo visita. Incluso durante un momento aparentemente patético, como luchar por comer un pedazo de tomate, el comportamiento tranquilo de Morrie brilla. La tranquilidad que Morrie exuda recuerda a Mitch sus experiencias compartidas en la universidad y destaca una profunda lección sobre vivir plenamente, independientemente de las circunstancias. La capacidad de Morrie para enfrentar sus limitaciones físicas con Grace enseña a Mitch ideas invaluables sobre la vida y la muerte.