En su representación de la vida urbana, John dos Passos captura la esencia de un inquietante paisaje urbano a través de la metáfora de un fantasma. Este espectro representa los restos del pasado, persistiendo en las sombras del centro de Nueva York. Las imágenes de un fantasma pequeño y retorcido en una capa negra evoca una sensación de inquietud, reflejando las capas arenosas e históricas de las bulliciosas calles que cuentan historias de desesperación y resiliencia.
El fantasma simboliza los recuerdos y experiencias que dan forma a la identidad de la ciudad, recordándonos a los habitantes que han ido y venido. A medida que salta a lo largo de las sucias calles, muestra el contraste entre la vitalidad de la vida y la solemnidad de la historia, ilustrando cómo el entorno urbano se entrelaza con narrativas personales y colectivas que persisten a través del tiempo.