En el pasado, era más fácil aceptar que la virtud podría triunfar sobre la arrogancia, pero esa creencia ha disminuido significativamente. Hoy en día, los individuos pueden expresar su orgullo abiertamente sin temor a las críticas o la oposición. La falta de responsabilidad significa que el comportamiento narcisista se ha normalizado en lugar de estar mal.
Este cambio en los valores sociales se destaca por la creciente obsesión con la cultura de las celebridades, que señala fomenta y celebra la vanidad. Al glorificar las figuras públicas, las personas inadvertidamente nutren una cultura que prioriza la importancia personal y el egotismo sobre la bondad genuina.