En el "sin refugio" de Barbara Kingsolver, el protagonista reflexiona sobre el profundo impacto que su madre tuvo en su vida, enfatizando que el vínculo entre ellos era tan significativo que no podía ser cortado ni siquiera por la muerte. En cambio, la pérdida se experimentó gradualmente, ya que la vida continuó desarrollándose sin la presencia de su madre. Esta idea destaca las conexiones duraderas que mantenemos con aquellos que han fallecido.
La narración sugiere que la pérdida real ocurre no solo en el momento de la muerte, sino también a través de la experiencia continua de la vida: los momentos, los hitos y los cambios que uno navega en ausencia de una figura querida. Este viaje emocional revela cómo la esencia de aquellos que amamos permanece con nosotros, dando forma a nuestras experiencias y existencias incluso después de que se han ido.