En "sin protección", Barbara Kingsolver presenta una poderosa metáfora con el personaje conocido como Bullhorn, simbolizando un cambio y destrucción imparables similares a desastres naturales como terremotos e inundaciones. Esta figura representa una fuerza que los individuos no pueden ignorar, ya que interrumpe sus vidas y los obliga a enfrentar realidades duras. En lugar de buscar soluciones o esperanza, muchos permanecen arraigados en el interés propio, aferrándose a las posesiones materiales incluso en medio del caos.
La narración destaca la lucha entre la adaptación y la negación, enfatizando una tendencia social a priorizar las ganancias a corto plazo sobre la supervivencia a largo plazo. A medida que los personajes luchan con sus circunstancias, Kingsolver insta a los lectores a reflexionar sobre las implicaciones más amplias de sus elecciones y la necesidad de buscar un camino hacia la luz, en lugar de ser consumidos por los restos a su alrededor.