Epictetus, en su trabajo "Los dichos dorados de Epictetus", enfatiza el valor del silencio y la brevedad en la comunicación. Sugiere que mantener el silencio debe ser nuestro enfoque predeterminado, alentar a las personas a hablar solo cuando sea necesario y hacerlo de manera concisa. Esta perspectiva promueve la atención plena en nuestro discurso, alentando la consideración sobre la impulsividad.
Esta enseñanza refleja un principio filosófico más amplio donde la calidad de nuestras palabras se prioriza sobre la cantidad. Al abogar por una forma de hablar restringida e intencional, Epictetus destaca la idea de que la comunicación sabia puede conducir a una comprensión más profunda y un crecimiento personal.
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