El narrador expresa la creencia de que si bien parece que puede albergar un desdén general para un grupo de personas, ese no es el caso. En cambio, ofrece seguridad de que sus sentimientos serán más matizados. Cada persona está destinada a fallar, pero sus fallas serán distintas y personales.
Esto implica una complejidad en las relaciones, donde uno podría no gustarles otros por sus deficiencias individuales en lugar de una animosidad general. El énfasis está en la singularidad de las fallas de cada persona, lo que indica un enfoque personalizado de los sentimientos en lugar de la negatividad generalizada.