La familia real de Al Sa'ud encontró a Riad poco atractivo a pesar de ser el centro administrativo de su gobierno. Su insatisfacción se basó en el calor opresivo y la sequedad de la ciudad, lo que contribuyó a un estilo de vida monótono. Las quejas a menudo surgieron sobre el comportamiento severo de las autoridades religiosas y la dureza de las noches frías, que solo se sumaron a sus quejas.
En contraste, muchos miembros de la familia prefirieron los lugares costeros y más templados de Jeddah y Taif. Estas ciudades ofrecían un ambiente de vida más cómodo, mostrando el anhelo de la familia por un entorno más agradable y vibrante, lejos de las limitaciones que sentían en Riad.