Las rosas son para el amor. No el amor de novios tontos, sino el amor que te hace y te mantiene íntegro, el amor que te ayuda a superar lo peor que te ofrece la vida y que brota de ti cuando, en cambio, te dan lo mejor.
(Roses are for love. Not silly sweet-hearts' love but the love that makes you and keeps you whole, love that gets you through the worst your life'll give you and that pours out of you when you're given the best instead.)
En "Rose Daughter" de Robin McKinley, las rosas están vinculadas simbólicamente a un tipo de amor profundo y duradero. Este amor no es meramente romántico o superficial; más bien, encarna una conexión más profunda que nutre y sostiene a las personas a través de los desafíos de la vida. Destaca la fuerza y la resiliencia que el amor verdadero puede proporcionar, ayudando a las personas a superar momentos difíciles y al mismo tiempo realzando los momentos de alegría.
La cita enfatiza que el amor genuino es transformador y contribuye a la sensación de plenitud. Sugiere que el amor es un elemento esencial de la vida, que influye en nuestras experiencias y crecimiento personal. Más que ser fugaz o trivial, este amor se caracteriza por su capacidad de ofrecer apoyo y desbordar positividad cuando la vida te recompensa con sus mejores momentos.
