Las leyes científicas son verdades universales que permanecen independientes de la propiedad o percepción individual. Funcionan en base a principios naturales que rigen el universo, existen más allá de la influencia o interpretación humana. Esta idea enfatiza que estas leyes no son creadas ni propiedad de ninguna persona; más bien, son inherentes al funcionamiento del mundo y se pueden descubrir a través de la observación y la comprensión.
En "sin protección", Barbara Kingsolver explora cómo la vida humana interactúa con estas leyes inmutables. Al reconocer que existen principios científicos sin las limitaciones de la propiedad personal, invita a los lectores a apreciar las verdades fundamentales de la naturaleza y la importancia de comprometerse con ellos en beneficio de la sociedad. Esta perspectiva fomenta un sentido de humildad en la búsqueda del conocimiento, destacando nuestro papel como observadores y aprendices en lugar de poseedores de la verdad.