En el pasaje, el observador está cautivado por el momento mientras un músico se prepara para tocar la trompeta. Ella es testigo del cuidadoso manejo del instrumento, desde eliminarlo de su caso hasta ajustar la boquilla, lo que genera anticipación para el sonido que está a punto de surgir. Las imágenes transmiten un sentido de expectativa y reverencia para el acto musical que está a punto de desarrollarse.
Mientras toca, la música estalla con una intensidad emocionante, descrita como un "cuchillo glorioso y brillante" que corta la quietud de la habitación. El sonido no solo llena el espacio sino que también vigoriza el medio ambiente, despertando las moscas y haciendo que bailen energéticamente. Esta escena vívida destaca el poder transformador de la música, convirtiendo un momento ordinario en algo mágico y vivo.