En "The Magic Strings of Frankie Presto", Mitch Albom explora la relación entre silencio y música, lo que sugiere que la ausencia puede mejorar el impacto emocional de las notas musicales. La idea es que lo que queda sin decir en la música puede enriquecer la experiencia general y la belleza de una pieza. El silencio puede servir como una herramienta poderosa, permitiendo al oyente apreciar los sonidos que están presentes más profundamente.
Sin embargo, el mismo principio no se aplica a las palabras. Albom advierte que lo que no se dijo en la conversación puede provocar arrepentimientos y sentimientos persistentes de remordimiento. A diferencia de la música, donde el silencio puede crear profundidad, las palabras tácitas pueden crear una carga pesada que persigue a las personas. Por lo tanto, si bien el silencio puede elevar la música, puede complicar la comunicación y las relaciones cuando se trata de lenguaje hablado.