Los pueblos pequeños a menudo fomentan una comunidad donde todos se conocen bien. Esta atmósfera unida puede crear relaciones sólidas, pero también puede conducir a una falta de límites personales. La interconexión que se ve en estos lugares puede ser reconfortante e intrusiva, lo que resulta en un entorno donde la privacidad es mínima.
En tales ciudades, la vida de las personas está profundamente entrelazada, lo que lleva a interacciones frecuentes y un sentido compartido de familiaridad. Si bien esta conexión se puede ver positivamente, a veces significa que las personas pueden encontrar su espacio personal comprometido, lo que lleva a una dinámica social única dentro de la comunidad.