En "Under the Toscan Sun", Frances Mayes pinta una vívida imagen de la relación entre los entornos naturales y construidos en la Toscana. Ella describe el paisaje donde las estructuras de piedra, como casas y muros de la ciudad, se integran sin problemas con la tierra. Las imágenes de las plantas de rosa prosperan alrededor de estas piedras fuertes y duraderas reflejan la profunda conexión entre la vida y las formas concretas de la historia.
El autor explora además el tema de la transformación en la muerte a través del arte de los sarcófagos etruscos, que presentan representaciones realistas del difunto. Este detalle enfatiza cómo los etruscos pueden haber imaginado una progresión natural de los seres vivos a la piedra tras la muerte, lo que sugiere una sensación de permanencia y continuidad en su cultura. Mayes destaca cómo el mundo material puede evocar reflexiones profundas sobre la vida y la mortalidad.